jueves, agosto 24, 2006

Poemas de César Uribe

César Uribe Andrade nace en Castro, 1957. Ingresa a la carrera de Pedagogía en Castellano y Filosofía en la Universidad Austral de Chile. Entre marzo de 1981 y junio de 1989, permanece como prisionero político del régimen de Pinochet en Valdivia, Osorno, Puerto Montt y Castro. Fue director del periódico "La Gaceta de Chiloé", en 1990. En 1987 publica su poemario "Barrotes de Poesía". Desde ese año, es Miembro Honorario de la Sociedad de Escritores de Chile. En 1991 retorna a Valdivia, donde fue co - fundador, integrante y dirigente de la Sociedad de Escritores de Valdivia, en 1997.

INMUNE

He dejado de pensarte para que no existas.
Tiendo a creer que tu sombra fue imaginada.

Debo hoy apagar tu luz
que encendí con el aliento que ayer expiré.

Sanaré mis extrañas entrañas
que corroen mi corroído ser.

No me importa si me importas
o te importo.

Ah,
cabellera de maíz,
el puelche arrebató mi fuego,
derritió tu hielo,
aguando mis dedos.


DUEÑA DE MI NADA

¿Por qué me sorprendo menos
de la vida si ayer el espanto
no existía?.

Y el tren ya no viaja
por los senderos del pan amasado,
las embarcaciones ya no pendulan
las olas de la esperanza,
mi corazón fatigado
ya no amenaza con infartos.

Y me descuido.
Hago todo lo prohibido
como buscando ser
el panteonero de mi propia vida.

Y así vengo, con los dientes apretados
a espetar en tu rostro
una hiriente mirada de amor
con soeces dulzuras
y saber si es muy grande
mi desdicha por quererte.


POR AMOR

Miro las fotos de mi memoria:
comparo las sonrisas
los rictus
el ceño arrugado
y
no
logro
entender
en qué han fallado
mis sonrisas
mis rictus
mi ceño
que
apuñalaron
tu vida
alojándose
en tus alegrías
como
¡cruz y fijo!

Te maté
sin querer
y
!por amor!
DUNAS Y VALLES

Y fue cuando se desmoronó
el castillo que la arena
no supo edificar la menor ilusión.

De burdel en burdel
busqué
el desahogo apropiado.

Derramé lava
por quebradas infinitas
con la esperanza
ardiente
de andar y andar en intentos.

Recuerdo entonces
al amigo, al poeta
y a la princesa del embeleso patagónico.

Supe que las dunas y los valles
milenarios
no verían dinosaurios pastando
en la copa de sus árboles.

No quedan árboles,
ni riachuelos, ni sedientos;
sólo quedo yo
abandonado en estos altares
para constatar
que soy más joven
que la historia
para saber
que lavando mi lava
descansaré en paz
dentro de la nada
que me abraza en su infinita
nostalgia.

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