lunes, octubre 30, 2006

Poema de Aldo Luis Novelli

Escribo mucho

a mis amigos poetas

Escribo mucho/ pero poco bueno
poco que me emocione a mí
después de un tiempo secreto
que olvido quién lo escribió.

Escribo mucho/ mucha cosa que nadie lee
pero le leo a él aunque se enoje
porque tiene sueño y mañana debe levantarse temprano
porque el pan de cada día y los hijos y todo eso
y la escritura es nada o es algo como
un foco triste en medio de la oscuridad de la pieza
un cuaderno donde me siento un Rimbaud viejo
traficando con esclavas lujuriosas/
un Gianuzzi vapuleando a Heidegger dentro de un círculo
acompañado de un perro que lo mira con hambre/
un Pessoa que se desdobla y me saluda desde la ventana
de este bar donde me encuentro bebiendo por ella.

Escribo algunos textos más fuertes que esta ginebra
que emocionan a Cursaro detenido allá/ en estación/tierra/nada
o admiran las ardorosas poetas Gaby Bruch y Soledad Davis
textos donde Mansilla: poetas de ojos rojos/ me nombra
o el poeta oculto: Spíndola me renombra/ pateando latitas en polvorientas calles laterales/
o Paula Yende, Yenny Paredes y Lili Campazzo
afamadas poetas fundadoras del club de la canasta
se transforman en fieras indomables
por la magia de un sombrero que esconde historias indecibles/
y allá en la populosa Tucson/ el poeta del Harlem: Julio Carabelli
o en la patria de arena/ el Quijote del verso: Sergio De Mateo
dedican poemas dolientes a un tipo
que baila borracho entre sombras ilusivas/
mientras ‘on te road’ Rigazio y ‘minimalism’ Bohoslavsky escriben como si no hubiera mañana
y Dante y el Vasquito se emborrachan de poesía alcohólica/ porque no hay mañana.

Pero no me quemo tanto como me quema esta soledad
cuando el viento arrastra viejos fantasmas contra el vidrio
y mi memoria viaja hasta aquel campamento petrolero
y estoy solo jugando a la pelota en medio del desierto.

Escribo mucho y no sé si esta noche
que el cielo esta borroso y la luna desaparecida
como tantos hace tiempo/
y un ángel negro me mira desde el borde de la mesa
esta lluvia que empapa mi alma/ me traerá el sabor de su piel.

domingo, octubre 29, 2006

Poemas de Elder Silva

Nacido en Uruguay en 1955, fue uno de los poetas de "la resistencia" en las décadas del ´70 y ´80. Los poemas que abajo se presentan fueron seleccionados por Alfredo Giménez.

Poemas

La última atajada

Los tiempos se ponen duros
y uno no tiene donde caerse un miércoles de noche.
Te sentás frente al televisor
y entonces te dicen que ha muerto Lev Yashin.
La última atajada de la araña negra.
Con un cáncer comiéndole el estómago
y una pierna amputada hace dos años, se murió
el héroe deportivo de la Unión Soviética.
El hombre al que sólo le hicieron seis goles
en veintisiete partidos cuando el Dínamo de Moscú.
El electricista que se enroló en los tres palos de
un equipo de hockey.
Veo las atajadas siempre en blanco y negro.
paró cien penales dice el periodista.
Como si dijera:
"El muchacho se comió dos docenas de peras".
Era el mejor golero del mundo.
Pero Darnauchans lloraba arriba de un taxi.
Y el chofer no entendía las lágrimas de un cantor flaco
a las nueve de la mañana.
Y no supo que apenas escuchada la noticia me fui
a vomitar al baño, como si con el alcohol que se iba
por la pileta, pudieran irse los doce años,
cuando uno también cuidaba el área chica.
Y ella y yo teníamos tanto miedo
como Yashin ante el tiro penal.




Zoom

(para Malí)

Estás en la cocina abriendo una lata de arvejas:
de espaldas, los jeans ajustados son fácil tentación
para mis ojos de animal aturdido.
Entro y siento ganas de besarte en el cuello descubierto,
levantar tu blusa y tomarte por los pechos
casi dulcemente.
Pero el abrelatas avanzando por el círculo filoso
detiene mis impulsos venales. Es decir, tus dedos rojos
apretando el abrelatas en el borde del tarro,
cambian calles pasos veredas omnibuses
por ese pequeño y maquinal movimiento
que vos ejecutás con cierta devoción y encanto.
Al fin cierras el círculo
y como fulminada,
la tapa cae sobre los azulejos de la mesa.

Meto la mano en el tarro y te doy una arvejita
en la boca.
Y te toco los dientes con la lengua
en un poema con final feliz.




Muchacha en un ómnibus

Te acomodás el pelo y mirás,
mirás por la
ventanilla como distraída.
O como si buscaras un número entre los
números de las placas que pasan fugazmente.
Y te sonreís apenas con un hálito de agua,
cuando los semáforos cambian del rojo
al verde, y el ómnibus prosigue.

O cuando el amarillo parece perpetuarse,
pero no.
Y yo, como un delincuente, espío en tu nuca
moviéndose
y moviéndose en el otro asiento,
cuando inclinás la cabeza sobre la libreta de notas
(donde seguro no hay una sola línea escrita).

Y sé bien que todo lo hacés porque
sabés que estoy mirándote
y que estoy aguardando el mínimo descuido tuyo,
o el descuido de tu cuerpo o tus palabras.




VUELTA AL MUNDO

Canta un sabiá en Tala,
en la profundidad del espinillar
y le responde un azulito en Migues
en el huerto silencioso, en casa
del poeta Juan Carlos Macedo.
Una bandada de zorzales
voló por la mañana
y su canto nervioso se escuchó
por las orillas del Laureles
y por Parada Herrería,
sobre unos campos de trigo en Valentín.
En "El viento nos llevará"
(Bad ma ra khahad bardr" en iraní)
Abbas Kiarostami
registra el canto de una ratonera,
ese pajarito saltarín que anida en los chilcales.
Al lado de Malí, viendo la película,
comprendí que aquella ratonera
registrada por la cámara de Siah Darek,
a 700 quilómetros de Teherán,
es la misma que atería los mediodías de
mi infancia.
Es que el canto de los pájaros
da la vuelta al mundo, al sol, al sistema planetario,
como algunas veces
—pocas, muy pocas—
también le sucede a la poesía





En la alta luna


Una luna alta hacia el lado de Patitas
se reparte las nubes
y acaso el sur de la Vía Láctea,
como señales para el prójimo.

Las chapas del excusado
golpeándose en el viento
toda la noche.

Recostado en la cama
pienso que el verano es un invento
de los pájaros.

Tengo doce años
y he besado por primera vez a mi novia.




Gato al sol

No es asunto interesante para/
un pasajero
de Varig que vuela a 7.000 pies sobre el
litoral del país
y apenas percibe el verde dominante
-intenso en los campos de arroz-,
las venas de los arroyos
y los tajos de las rutas nacionales.
Tampoco llama la atención de los que
se vuelven para Salto en el/
ómnibus de
Spinatelli.
Ni acaso al almacenero enredado
en los hilos de las ventas de fiado.

Sin embargo,
sentado en la puerta de esta fonda,
no hago otra cosa que distraerme
con el gato que duerme patas arriba,
abandonado a moscas y jejenes.
Aturdido acaso
entre ruidos del planeta azul de Gagarin,
dueño absoluto de las sombras del sol.




En simultáneo


Muere una tarde suave
tras la parroquia de Pueblo Lavalleja.

Los tarumanes envejecen al lado del
centro de salud
sitiado por perros vagabundos.

Entre las sombras que escarban
estos pedregales,
la calle se extiende
y mira hacia donde nadie regresa
todavía.

Cosas sin importancia
que suceden a la vez
-en simultáneo-
en una vida que,
sola,
se disuelve como un alkazelzer.

sábado, octubre 28, 2006

Poema de Marcos Maiz

.... a los que hablan de lo que no se dice

al que se quema las pestañas
para servir para algo

al que busca trabajo
y no lo cambia por favores

al apaleado
que señala al perpetrador

que interroga
niña de himen rasgado

que mantiene esclavos
a los que enseñan libertad

que prohibe y clausura
cuando le combiene

la patria de las condenas,
tiene horizontes trazados con smog
la tierra abonada con mierda sintetica
curas depravados
que protestan el aborto

abogados que duermen expedientes
para sumar intereses a los clientes

la patria de las condenas;
tiene prisiones
donde los hijoputa hacen escuela

la patria de las condenas;
vigila los inocentes

sera que los mortales
aún no escuchan;
el grito de libertad

sera que aún no se escucha
el ruido de rotas cadenas.

domingo, octubre 15, 2006

Definiciones



Grafiti escrito en una esquina de trelew, en noviembre de 2003,"por yenny paredes y chelo candia (el de la mariposa)" , en ocasion del quinto encuentro de culturas del sur del mundo. Doce metros de largo por dos metros de alto.

viernes, octubre 13, 2006

Experiencias

Aunque este es un blog –esencialmente- de poesía, hoy se nos ocurre incluir algo de prosa. Pero no se trata de un cuento, ni un relato. Es ¿apenas? una crónica de una experiencia. Lo que en este caso equivale a decir un canto a la vida, que no es poca cosa.
Decir que el Chelo fue papá (o que Sil fue mamá, que es lo mismo) es como decir que gran parte de los que visitamos o colaboramos con este blog tenemos un nuevo sobrino. Porque ambos son esa clase de gente casi inexistente; una suerte de garrapatas al revés, que una vez que se te pegan difícilmente te las quieras sacar de encima, porque no dejan de inyectarte sangre nueva.
Pero como este es un blog machista, hoy incluímos el lado paterno del parto, quedando a la espera de poder compartir la visión materna.
Gracias Chelo y Sil por seguir dando aportes concretos a la poesía patagónica. Es cierto que puede tomarse como una felicitación aventurada dada la tempranez de los vástagos; pero “difícilmente de una sangre pareja salga la cría cambiada” como diría Larralde.

Felicitaciones, Alfredo y Dante
---

El lado paterno de un parto

La “futura” mamá del Mati me agarra fuerte las manos y me dice: ahí viene otra. Bueno, para eso estamos acá, le digo. Cierra los ojos y algo que siente allá abajo le transforma la cara ¿Qué querés hacer? pregunta la doctora ¿Querés pujar? No sé, grita ella. La veo retener la respiración hasta ponerse colorada. Parece como si se fuera a ahogar. No me aguanto y le hablo: Respirá le digo. El aire sale de su boca de a pedacitos. El dolor pasa. Fue brava ésa, le digo. Si, contesta, y tira una risita. Hace media hora más o menos que siente contracciones seguidas. Las siente venir. ¿Cómo será? ¿De dónde “vienen”? Le agarro fuerte las manos y trato de imaginarme qué es lo que siente. Trato de sentirlas a través de sus manos. Y para mi sorpresa, lo hago: siento la tensión. Es como si yo también las recibiera; obvio que no de la misma forma (menos mal), pero también las recibo. Ahí viene otra. Que venga nomás, le digo, y nos preparamos. La cara se le transforma de nuevo. Se pone roja. Y grita. Ya pasa, ya pasa, digo yo. ¿Qué hago? ¿Empujo? le pregunta a la doctora. Aguantá un poco… ¡No puedo, no puedo…! dice de pronto, asustada. Entonces la doctora llama a la enfermera. ¡La camilla! Creo que antes también la había llamado. ¿Por qué no viene? Parece que hay otros bebés naciendo a esta misma hora y no hay lugar. Entiendo el susto de la mamá del Mati: ella está sintiendo que ya sale… ¡y aún estamos en la habitación! En la cama vecina hay una mamá. También está su beba en una cunita de plástico. Acá está la mamá del Mati, al lado la doctora. Todas mujeres; menos yo y el Mati. Que ya nace. Nadie me lo dice, pero me doy cuenta. Va a nacer acá. En la cama de la habitación. Me aprieta fuerte las dos manos. ¿Qué hago, qué hago?, pregunta otra vez a la doctora. Aguantá, le dice la doctora, aguantá mamita un poquito que viene la camilla. No puedo ¡Tengo ganas de pujar! Está bien, dale: nace acá. Si te da cosa, date vuelta mi amor, le dice la doctora a la mamá de al lado. Ninguna camilla, ninguna sala de parto, nace acá. Vamos, vamos. Le agarro fuerte las manos. Vamos. Dale. Tranquila que lo estás haciendo bien, dice la doctora. Yo la miro y por esas cosas extrañas que tiene la cabeza me cuelgo con la blusa que tiene puesta la doctora. Está llena de flores estampadas. Rojas, rosadas, amarillas. Pienso que es una buena blusa para recibir a un bebé. Mucho más linda que las aburridas y pálidas chaquetas de la sala de parto. ¡Vamos, vamos que ya nace!. Al pensar en la sala de parto me pregunto si acá las condiciones serán las adecuadas. Por la higiene, digo. En la sala de parto te ponen barbijos, chaquetas, hay un pediatra, enfermeros. Acá nada. También pienso que a esta altura, con el Mati asomando la cabeza, eso importa menos que la blusa primaveral de la doctora. Vamos, mamita, vamos. Alcanzo a escuchar a la mamá de la cama de al lado, que se copó y también alienta. Ella me había contado que con nueve de dilatación no se había animado a pujar, y que finalmente su beba había nacido por cesárea. Vamos, ahí nace, ahí nace. La mamá del Mati pega un grito que más que grito es una exhalación, el Mati sale (nace-es dado a luz-asoma-es tenido) y yo siento a través de las manos como todo el cuerpo se le afloja. Su boca, abierta por ese último grito, se transforma en una sonrisa única, y su cara también se transforma, y sus ojos brillan, y su expresión es tan fantástica, tan brillante, tan… maternal, que pagaría por verme la mía. ¿Tendré una expresión “paternal”?. ¿…O de horror…?. ¿O las dos cosas? Nunca lo sabré. La enfermera, que dejó la inútil camilla en el pasillo y ya entró, le pone una manta rapidito y salpicado, pegote y chorreando, se lo da a la madre que rápidamente lo agarra y lo abraza canchera, como si hiciera esto todos los días. Y ahí veo el cordón umbilical. Qué cosa rara. Parece de plástico. Me pregunta si quiero cortarlo yo. ¿Qué? No, ni loco, le digo. Córtelo usted. Usted es la doctora. Yo no. Yo miro.
En ese momento me doy cuenta de que la cámara con la que yo quería filmar el parto aguardaba apagada dentro de su funda.
Después, cuando termino de temblar, salgo a la calle y veo a la gente que va y que viene, veo a padres y madres y niños caminando por la calle, y por alguna razón me siento distinto a todos ellos. Vengo de vivir una experiencia tan increíble, tan única, tan mágica, que me cuesta creer que pase a diario.

El papá del Mati

¿Qué se festeja el 12 de octubre? -historieta de Chelo Candia-

sábado, octubre 07, 2006

Nuevos decires de Miroslav Gódrik

I-

“Déjame equivocarme ahora y disfrútalo, yo me reiré cuando no haya tiempo para equivocarse”

II-
“Cómo se puede leer, si no desordenadamente”

III-

“Los grandes aciertos de Darío: hacernos recordar que Baudelaire a veces aburre, y adelantarse a la abominación que luego produjo Lugones”

domingo, octubre 01, 2006

28/12/86

el destino le dijo
-válgale la inocencia maría
(algo de mi murió en ella
con la primer borrachera)

nunca superó verme
roto contra la pared
no pude mirarla a los ojos
aquella vez desde
(¿cómo seguía?)

“éstas cosas aparecen para crear un vacío
no para llenarlo”
soporta leer mis poemas
por insistencia
-la lastiman
Y vuelve a preparar el mate
para relajarse
¿qué puedo hacer si perdí la sintaxis con la vida?
vida sintaxis perdí
amigos
libros perdí
tiempo tardes
tus manos perdí
un día detrás del río negro
el ritmo estoy perdiendo
me da vuelta la cara
cambia la yerba
y pregunta adónde vas a parar
sin pelo ni amigos
intentándole a la gaita para sentirla cerca
no no el whisky no sirve y es caro
te deja como un vegetal leyendo poemitas obsoletos
para nadie
te hace mear en cualquier lado
escribir
a
múltiples destinatarios

musiquitas irrelevantes mujeres
que ya no piden tus palabras
te puede el corte de verso
todo
te
puede.

dante sepúlveda

Celebriedades -show de octubre-