domingo, noviembre 19, 2006

Libros selectos-segunda entrega-



Selección de Alfredo Gimenez

Danza Curva, de Ricardo Miguel Costa, publicado por Ediciones del Dock (1999)


Con siete libros publicados, Danza Curva (Ediciones Del Dock, 1999) está en el centro del total de las publicaciones de Ricardo Costa, porque en este libro convive algo de lo que desarrolló en sus obras anteriores, con el anuncio de lo que vendría después.
Parte indisoluble del grupo encargado de renovar la poesía patagónica en los ajetreados y gloriosos años ´80, Costa se diferencia del resto por la ausencia del paisaje patagónico en forma explícita en sus poemas. Su relación con el entorno bien puede ser la meseta neuquina o un amplio patio de su casa natal en el barrio de Boedo (“muy cerquita del Viejo Gasómetro” como recuerda siempre). “Tal vez por ese brusco cambio de paisajes no hay marcas del entorno en su poética, si la gran ciudad fue tragada por la misma Patagonia o viceversa, no lo sabremos”, dirá de él Laura Yasán.



Estrategia

No es más fuerte quien recuerda la sutura
de la carne para retomar el combate.

El que invade el temor y lo corta con la ternura
de quien se cree seguro temblando,
es quizás el espíritu de esa fortaleza.

El amor al temblor convierte al hombre
en una mínima esperanza de su confianza.

Le otorga la sabiduría de volver a temer.


Danza curva



Con un cuchillo la vastedad es inmediata.
Tomar un bocado o cometer un crimen, pueden ser
dos extremos posibles para el ánimo de quien lo empuña.
Para el que mata, el corte es una danza curva
contra el cuello.
Para el hambriento, el corte contra la carne
es la bendición de su miseria.
Pero el que hunde la palabra cuchillo en un poema
corta y troza sin bendiciones ni danzas.
El poema puede ser un tajo luminoso que separa la carne
de tu alma para flotar.
Sólo en la voracidad del hambre está la inmediatez.
La vastedad, en el temor de la víctima y en el vértigo
de quien escribe.




Exequias



Tu boca quiebra un insulto
y lo comparte conmigo.
Luego me besa para impedir una respuesta,
para que el insulto continúe repitiéndose
en su mensaje.

Las historias no dichas aún en nuestras vidas
deberían construirse sobre un testamento.
Nosotros, los testigos del hecho, sabremos
respetar la memoria del pasado.
Mientras tanto, yo guardaré silencio por mi silencio,
ahora que tu boca cava una sepultura
y el cadáver es un beso que se rompe.




Trapo con mascota



Me decía No me apures. No me saltes
encima. Amame como hay que amar. Entregá
todo por algo: oro por tierra, hambre
por fatiga. Doblame el alma y mordémela
contra el pecho para tenerme enteramente
abierta.

Me hacía temblar como un trapo enganchado
en el alambre, como un animal desflecado,
como un cachorro ajeno a lo salvaje.

Y yo ladraba, pedía más, le daba la pata
y me sentía un ángel satisfecho cuando veía
con emoción que cambiaba tierra por oro,
fatiga por hambre.




Ars amandi II


El amor es la traición más delicada
que puede sostenerse entre dos víctimas,
basta que una de ellas caiga primero
para que el otro asuma el poder.
El caído no sabe que ese dolor es suyo,
por eso piensa en el otro y lo compadece.
Duda entre someterlo o ser dominado
porque ignora que la voluntad es la negación
del poder sobre los caídos.
Arte simple y cruel, como la herida que falta
cuando la decisión está cargada en un puño
y alguien mide el golpe sin anunciar
cuándo, dónde, ni por qué.



Adrenalina



Pienso en la mano que dibuja
con un cuchillo la muerte.
El puño armado no participa
de la atención del autor.
La adrenalina busca a través de sus ojos
los ojos de la víctima, mientras la mano
trabaja una y otra vez sin descuidar
el ritmo.
Ocurre lo mismo con quien abre un poema
sin mirar lo que escribe.
Sólo hunde la mano en la carne de la palabra
para ver.


Graffiti


Una pareja de amantes
se aprieta contra una pared.
“Viva Muerte”, dice en la pared,
y yo los miro gozar hasta hacer de esa muerte
una palabra acogedora.
Tal vez cerrar los ojos y morderse
no sea la manera más combativa de acabar
con ella. Pero la pintura se debilita
y la muerte se convierte en una verdad
que ya no tiene importancia.



Primer movimiento


Una boca quieta junto a otra boca quieta
prueban que la levedad del tiempo
podría transformarse en un dibujo ciego
del deseo.
Por eso la boca en la boca del otro.
Por eso el cuerpo mayor sobre el menor.
Por eso algo mueve la luz y las ideas previas
se apagan lejos, en una hoguera propia,
en un aire quemado.




No toda es vigilia
la de los ojos abiertos
M. Fernández


De todos los mundos posibles
el del reposo es el más aterrador.
El tiempo que demora un alma
en construir la palabra Alma,
es el preciso instante en el que
la historia de un hombre
comienza a intuir la muerte.
Escribir no me salva del temor al tiempo.
Pero sí hace que el mundo sufra el reposo
de mi cuerpo, mientras agito una idea incontenible.




Da capo


Desnuda en la cama.
Tira la cabeza hacia atrás
cada vez que se ríe.

El arco de la nuca.

El cabello le cubre el arco
de la nuca.
Allí, donde quema el latigazo
de mi lengua, donde la punta
le arranca la carcajada,
donde su voz baja para aplastarse
contra la almohada y demandar
lo suyo: cegar los ojos,
darle todavía más, castigarla
oara que vea.
Bien arriba de ella.
Desnuda. En la cama.
Sobre el arco de la nuca.

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